sábado, 2 de octubre de 2010

El Acoso Laboral: una relectura desde la Psicología Social

NOTA IMPORTANTE: Dos destacados psicólogos, contribuyen a este Blog con el siguiente articulo que hemos dividido, para mayor comodidad de los lectores, en diferentes entradas. Para respetar sus derechos de autoría y propiedad intelectual, disponemos sus referencias completas. Además el articulo, pronto a ser publicado como parte de un libro, ha sido, a su vez, editado por nosotros para respetar los derechos editoriales. Por último, las ilustraciones y el subrayado es responsabilidad de PERSIST LTDA.
Los autores mencionados son:

Dra. Victoria Zarco Martín, Psicóloga
Dr. Andrés Rodríguez Fernández. Psicólogo

Universidad de Granada
Dpto. de Psicología Social y Metodología de las Ciencias del Comportamiento
Facultad de Psicología (Campus de La Cartuja)
Tf: 958 246272/ e-mail: vzarco@ugr.es
Tf: 958 243748 / e-mail: andresro@ugr.es

18071 Granada

La dimensión social del trabajo

El ser humano es un ser complejo, constituido por múltiples dimensiones, de entre las que destacamos la personal y la social, pues toda actividad humana refleja estos dos aspectos inherentes a su propia naturaleza. Por otra parte, la actividad laboral engloba a las dos, por lo que podemos hablar en rigor de la dimensión social del trabajo. En efecto, la persona que trabaja nunca está sola, sino que se encuentra vinculada a otras personas, a quienes se manifiesta a través de las actividades de su trabajo, cobrando valor y significación ante los demás; de esta manera, concebimos el trabajo como una actividad personal y social que aporta, además, un valor a la comunidad.

La persona que no trabaja, el ocioso, el desempleado, siente una especie de aislamiento, siendo éste uno de los efectos del desempleo que más repercute psicológicamente en el ser humano. La proyección social del trabajo no sólo se da en un nivel horizontal, sino también vertical, pues está claro que los beneficios laborales alcanzan a los integrantes de una comunidad actual, pero también la actividad laboral que ha realizado la humanidad a lo largo de la historia en la industria, en el comercio, en las comunicaciones, etc., ha servido y sigue sirviendo como punta de lanza para los nuevos trabajos de hoy y del futuro.

El trabajo es, pues, puente y vínculo de las generaciones, es el fenómeno que provee de continuidad histórica a la humanidad. y trasciende lo meramente transitorio y circunstancial. La vertiente social del trabajo se extiende y explica muy bien dentro del marco de la cultura, puesto que ésta coexiste con el fenómeno social, identificando el ser y el quehacer de una comunidad determinada. La cultura laboral es parte viva y dinámica de la cultura, o, mejor aún, es la manifestación de la cultura de una comunidad en su actividad laboral. Precisamente, por su repercusión social, el trabajo ha de entenderse y practicarse como un servicio, y para lo que sirve es para darle un valor agregado a la comunidad a través de la generación de riqueza que le proporciona, promoviendo, al mismo tiempo, el desarrollo de la persona; el trabajo, pues, aporta un doble significado positivo, de crecimiento personal y de calidad de vida para la sociedad.

Debido a su naturaleza tanto personal como social, el trabajo ha de ser integral, es decir, debe promover el crecimiento del ser humano. Así, éste no puede ni debe limitarse a la mera dimensión individual ni tampoco encerrarse en el egoísmo, sino que ha de estar vinculado al bien común. En efecto, si el trabajo es una actividad socialmente útil y enriquecedora, generadora de valor agregado, requiere que su planificación, organización y ejecución, así como sus beneficios, se entiendan necesariamente dentro de un contexto social.

La evidencia de la dimensión social del trabajo se impone por sí misma y explica porqué, además del indiscutible beneficio personal que conlleva, produce también ventajosas consecuencias sociales al satisfacer las necesidades de los miembros de la comunidad. Por ello, se destaca que el trabajo y el progreso social se den al mismo tiempo y, además, en forma directamente proporcional, ya que en la medida en que el trabajo sea más productivo, competitivo y de calidad, el progreso y el desarrollo serán más significativos.

Un aspecto muy importante relacionado con el trabajo es el proceso de mejora continua que se produce gracias a la participación responsable y entusiasta de los que trabajan en las empresas; este aspecto es otro hecho evidente de la dimensión social del trabajo, no sólo por lo que se refiere al esfuerzo actual de los trabajadores, sino también por la sustancial mejora laboral que se ha logrado a través del esfuerzo de las distintas generaciones a lo largo de la historia. Los conocimientos y experiencias acumulados en muchos años de actividad laboral han servido para que las sucesivas generaciones puedan lograr mejores niveles de desempeño, hecho que ha permitido y propiciado un ininterrumpido avance en el proceso de mejora.

Este criterio, basado en una organización social al servicio del hombre, se opone tanto al individualismo como al colectivismo, ya que nunca se puede justificar la violación de la dignidad de la persona, ni de los derechos básicos que salvaguardan esta dignidad, bajo el pretexto de una mal entendida libertad económica que sólo busca el lucro individual como objetivo, o bajo la excusa de una falaz seguridad que sacrifica el bienestar de cada persona al de una colectividad considerada como entidad sustancial. En este sentido, la organización social no puede pretender servir al bien común cuando los derechos humanos de la persona no quedan salvaguardados.

Pues bien, es en este contexto tan complejo donde emerge con mayor fuerza el fenómeno del acoso. De hecho, empresarios, sindicalistas, funcionarios, abogados, psicólogos, periodistas y otros muchos grupos de profesionales están reivindicando, pensando, sufriendo, aconsejando, informando sobre el acoso laboral.
Sin embargo, toda esta polvareda, a nuestro juicio, no puede ser casual, no ha podido generarse y adquirir este gran protagonismo por mero azar. Por ello, no estaría mal preguntarnos por los intereses que subyacen a tanta inquietud, o por las razones de muy diverso tipo que la justifican. Los fenómenos sociales no emergen en un momento determinado y se instalan en la sociedad como problemas relevantes sólo por ser críticos e importantes, pues todos somos conscientes de que en nuestra sociedad existen una cantidad de problemas tan importantes o más que éste que, sin embargo, no gozan de la atención ni de la divulgación que se le está prestando al acoso laboral.

¿Por qué, entonces, ha concitado tanto interés por parte de todos? La respuesta a esta cuestión debería ser merecedora de una reflexión amplia que, obviamente, no vamos a hacer ahora, pero sí señalaremos, a modo de esbozo, algunas de las explicaciones plausibles que, a nuestro juicio, explican este interés. Para los psicólogos constituye una gran cantera de empleo, a los abogados les provee de las pruebas necesarias tanto para la defensa como para la acusación, a los jueces les proporciona fundamento para la elaboración de las sentencias que hayan de dictar y, finalmente, para los sindicatos supone un elemento clave para sus políticas reivindicativas.

Concretamente, las cuestiones sobre las que vamos a reflexionar en algunas entradas de este Blog, giran en torno a qué es el acoso psicológico en el trabajo y cómo nos podemos aproximar a su medida, cuál es su impacto en las personas que lo sufren, en las organizaciones donde se desarrolla y en la sociedad donde tiene lugar y de qué modo podríamos prevenirlo.

Forma de citar este trabajo:

Zarco, V. y Rodriguez-Fernández, A. (2010) El acoso laboral: una relectura desde la psicología social. (en prensa) Madrid: McGraw-Hill.

No hay comentarios:

Publicar un comentario